El trastorno de personalidad antisocial, según el DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), se caracteriza por un patrón de comportamiento persistente y desafiante de las normas sociales y de los derechos de los demás. Las personas con este trastorno pueden mostrar una falta de empatía hacia los demás y una falta de remordimiento o culpa por sus acciones.
Las personas con trastorno de personalidad antisocial pueden tener dificultades para mantener relaciones interpersonales saludables, y pueden ser manipuladoras y mentirosas. Pueden tener un historial de comportamientos delictivos, como robo, vandalismo, agresión física y sexual, y pueden ser irresponsables y faltar al trabajo o a las obligaciones escolares.
El trastorno de personalidad antisocial puede tener graves consecuencias para la vida de una persona, incluyendo problemas legales y sociales, así como problemas de salud mental, como abuso de sustancias y depresión. Sin embargo, el tratamiento temprano y la terapia pueden ser efectivos para ayudar a las personas con trastorno de personalidad antisocial a aprender a reconocer y controlar sus impulsos, desarrollar habilidades sociales y de comunicación y mejorar su calidad de vida. La terapia cognitivo-conductual y la terapia interpersonal pueden ser útiles, y en algunos casos, la medicación también puede ser recomendada.